Es lo que sientes cuando caminas sobre la madera que se mece. El vaivén de la silla que ha perdido el papel doblado.
Corres y corres y todo se va destruyendo en forma de explosiones.
Se quiebra lo circundante.
Y es ahí, en plena carrera, que comienzas a errar. De una forma ingente.
Y no será hasta hasta la vuelta de la esquina, cuando las explosiones se detengan, y la botella de agua te espere; que advertirás aquellos errores.
Quimeras. (De un pasado reciente)
Pensamientos vociferados. Que pensabas inofensivos.
Creencias inocuas: Todo pasa.
Porque por más que hayas acallado las explosiones, el movimiento que generan, persiste.
Por más que dobles las esquinas, por más agua que bebas.
La meta sigue estando lejos.
Y aunque no las veas, aunque no las sientas, las ondas expansivas te siguen irradiando.
Al final, te das cuenta de todo.
Las explosiones se pueden evitar, de hecho ya no se escuchan, las logras evadir.
Pero siguen ahí, permanecen.
Es la radiación maldita.
La reminiscencia del holocausto que generaste hace ya 6 meses.
satoshixD
On martes, 1 de mayo de 2012
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